Es sobre un joven, un viejo, y un borracho:
“Mi
vida cambió un día cuando me encontraba en un tren en los suburbios de Tokio en el medio de una soñolienta tarde primaveral".
“En
una estación de tren las puertas se abrieron, y de repente la tarde silenciosa acabo. En la entrada había un hombre gritando
a todo pulmón. Gritaba maldiciones violentas, obscenas, incomprensibles. En lo que se cerraban las puertas, el hombre se tambaleo
dentro del vagón. Era un hombre grande y estaba borracho y sucio. Vestía ropa de obrero. Su camisa estaba tiesa con vómito
seco. Sus ojos estaban rojos como si estuviese endemoniado. Su pelo encostrado con la suciedad. Gritando, le pego a la primera
persona que vio, una mujer con un bebé. El puño le rozo a la mujer el hombro, enviándola hacia los brazos de una pareja de
edad. Fue un milagro que el bebé no tuviera daño alguno".
"Todavía,
usted está preguntándose si esto funcionará con su niño. Yo entiendo".
"Así que permítame contarle una antigua historia
de artes marcial que ilustra nuestra perspectiva con respecto al conflicto".
“La pareja saltó y corrió hacia
el otro lado del vagón. Estaban aterrados. El obrero amenazo con darle una patada en la espalda a la anciana. ‘te mataré,
vieja!' grito. No le alcanzo, y la anciana corrió a un lugar seguro. Esto enfureció tanto al borracho, que agarró el palo
de metal en el centro del vagón, e intentó sacarlo fuera de su poste. Yo podía ver que una de sus manos estaba cortada y con
sangre. El tren partió, los pasajeros estaban paralizados de miedo. Yo me puse de pie".
“Yo
era joven y estaba en buen estado físico. Media seis pies, y pesaba 225 libras. Había estado entrenando unas ocho horas de
Artes Marciales todos los días durante los últimos tres años. Me gustaba tirar y hacer grappling. Yo pensaba que era bueno
en los artes marciales y fuerte. El problema era que mi habilidad marcial hasta ahora no había sido puesta a prueba en un
combate real.
“Mi
maestro, nos enseñaba cada mañana que las artes marciales se consagraron a la paz. Nos repetía cada vez, ‘es el arte
de conciliación. Quien tiene en la mente luchar, ha roto su conexión con el universo. Si intentan dominar a otras personas,
en realidad se derrotan. Nosotros estudiamos cómo resolver conflictos, no cómo empezarlos'".
“Yo
escuchaba sus palabras. Intentaba fuertemente. Quería dejar las luchas. Podía sentir que mi paciencia se exaltaba. Pero en
mi yo quería ser un héroe. Yo quería una oportunidad, una oportunidad completamente legítima de que yo podría salvar al inocente
destruyendo al culpable".
“'Ésta
era esa oportunidad!' yo me dije mientras me ponía de pie. ‘Este patán, este animal, esta borracho y es malo y violento.
Las personas están en peligro. Si yo no hago algo rápidamente, alguien probablemente va a terminar herido. Le voy a dar una
lección. “Viendo que me ponía de pie, el borracho vio una oportunidad para enfocar su rabia. ‘Ajá!” él gritó.
‘¡Un extranjero! Usted necesita una lección en modales japoneses!”
“Yo
me aferré ligeramente a la correa superior del pasamanos. Le di una mirada lenta de aversión y disgusto. Tenia planeado deshacer
a este patán, pero él tendría que ser el primero en atacar. Y yo lo quería enfadado, porque mientras mas enfadado estuviese,
mas cierta era mi victoria. Fruncí mis labios y le mande un beso insolente. El gesto le pegó como una palmada en la cara.
‘Bien!' gritó. ‘Vas a aprender una lección.' Se preparo a abalanzarse hacia mí. Nunca sabría lo que le pegó".
“Un
segundo antes de que él se moviera, alguien gritó, ‘Oye!‘ Fue tan ensordecedor. Voltee a mi izquierda, el borracho
volteo a su derecha. Los dos vimos un ancianito japonés. Debia de tener unos setenta años. Él estaba sentado vestido inmaculadamente
con un kimono y su hakama. Él me miro, pero le sonrió al obrero, como si él tuviera un secreto muy importante para compartir".
“'Ven,'
el viejo dijo. ‘Ven y habla conmigo.’ Meneo su mano ligeramente. El hombre grande se aproximo. Se paró delante
del viejo y lo miro hacia abajo. ‘Hablarte a ti,' exclamó. ‘Por qué debo hablar contigo?' El borracho tenía ahora
su espalda hacia mí. Si su codo se moviese tanto como un milímetro, yo lo atacaba".
“El
viejo continuó sonriendo al obrero. No había ningún rastro de miedo o resentimiento. ‘Que has estado bebiendo? ‘él
preguntó ligeramente, sus ojos titilaban con interés. ‘He estado bebiendo sake', 'el obrero respondió. ‘Y no es
tu problema!' Rociando con saliva al viejo".
“'Ah,
eso es maravilloso,' el viejo dijo con deleite. . . ‘¡completamente maravilloso! Usted ve, yo amo el sake, también.
Todas las noches, mi esposa y yo (ella tiene 76 años), calentamos una botellita de sake. Lo sacamos al jardín, y nos sentamos
en el viejo banco de madera que el primer estudiante de mi abuelo le construyó. Miramos la caída del sol detrás del árbol
de placaminero’ . Es muy entretenido, incluso cuando llueve! Miro al obrero, el centelleo de los ojos, feliz de poder
compartir los detalles deleitables sobre su vida personal".
“Mientras
se esforzaba en descifrar a donde la conversación del viejo lo estaba llevando, la cara del borracho empezó a ablandarse.
Lentamente, sus puños se relajaron. ‘Si,' dijo lentamente, yo amo los placamineros también'. . . . "
“'
Sí,' dijo el viejo, sonriendo, ‘estoy seguro que usted tiene una esposa maravillosa'".
“'
No,' contestó al obrero. ‘Mi esposa se murió.' Bajó la cabeza. Muy suavemente, oscilando con el movimiento del tren,
el hombre empezó a sollozar. ‘No tengo esposa. No tengo un hogar. No tengo trabajo. No tengo dinero. No se dónde ir.
Estoy tan avergonzado. Las lágrimas le rodaron por las mejillas. Un espasmo de pura desesperación ondeó a través de su cuerpo.
Sobre el portaequipajes, un anuncio de cuatro colores anunciaba las virtudes del lujoso vivir suburbano".
Ahora era
mi turno. Estando de pie allí en mi inocencia juvenil, mi ‘hay que salvar al mundo para la democracia' – mi rectitud,
de repente me sentí más sucio que él borracho".
En ese
momento, el tren llegó a mi estación. La plataforma estaba repleta. La multitud entró al vagón rápidamente cuando se abrieron
las puertas. En lo que me esforzaba por salir, oí al viejo decir. ‘Ay, ay ' dijo. ‘Usted está en una posición
muy difícil. Cuénteme más".
"Volteé
mi cabeza para una última mirada. El obrero yacía como un saco en el asiento, su cabeza en el regazo del viejo. El viejo lo
miraba con compasión y deleite. Una mano acariciando suavemente el cabello sucio y enmarañado del borracho".
“Cuando
el tren partió, me senté en un banco. Lo que yo había querido hacer con el músculo y mala fe se había hecho con unas palabras
amables. Yo había visto Aikido en combate, y la esencia era el amor, como el fundador había dicho. Tendría que practicar el
arte con un espíritu completamente diferente. Me tomaría un buen tiempo antes de que yo pudiese hablar sobre como resolver
conflictos”.
¿Y qué tiene que ver esto con su niño? Pregúntese, “¿Qué tenia el viejo que el joven no tenia?” Para mí tiene que estar relacionado a la paz. Mientras uno siente mas confianza en si mismo, menos necesidad
tiene uno de luchar. Su niño esta en paz con quién él es. Ahora, yo sé lo que usted está pensando: ¿Cómo yo puedo saber con
seguridad que el programa “CHOI KWANG DO for LIFE”, funcionará con mi niño? ¿Tendrá efecto verdaderamente el aprendizaje
de una patada, un bloqueo, y un puño?